“Den gracias a Dios por todo, porque esto es lo que El quiere de ustedes como creyentes en Cristo Jesús” 

(1 Tesalonicenses 5:18)

 

Desde pequeños, nuestros padres nos decían que debíamos ser agradecidos a quienes hacían algo por nosotros, o nos daban algo. Agradecer no es algo natural en nosotros, sino que lo vamos aprendiendo. 

Pero, ¿por qué nos enseñan a ser agradecidos?  ¿En qué nos beneficia?

 

En un estudio sobre la gratitud realizado por Robert A. Emmons y su colega Mike McCullough, se le pidieron tres cosas a los participantes asignados al azar. 

Todos llevarían un diario semanal: 

  1.  El primer grupo escribiría las cosas por las que sentían agradecimiento.
  2.  El segundo grupo escribiría todo aquello que les fastidiaba.
  3.  El tercer grupo escribiría un seguimiento de los eventos neutrales. 

 

Al cabo de diez semanas, los participantes en el grupo de gratitud se sentían un 25 por ciento mejor que los otros dos grupos y reportaron menos problemas de salud. Los participantes que expresaron gratitud se sentían más frescos y renovados cada día al despertar. También se sentían más conectados con otros que los de los grupos que no expresaban gratitud.

 

En otro estudio sobre la gratitud, se demostró que el ser agradecido reduce el nivel de miedo en una persona. El miedo no justificado, aquel que es generado por la mente, es un elemento que favorece la enfermedad.  El agradecimiento es un antídoto ante el miedo. Las personas que tienen una actitud de agradecimiento de las pequeñas cosas, e incluso en momentos en donde es difícil agradecer, porque los obliga a dar lo mejor de sí, tienen la presión arterial mejor regulada, tienen el sistema inmune más activo y tienden a dormir mejor. Y si son personas con problemas en la gestión de la glucosa (pre diabetes o diabetes), logran mejorar sus niveles.

 

Los estudios científicos nos muestran que hay un gran beneficio al ser agradecidos para nuestro bienestar integral. 

 

Según Cicerón:

“La gratitud no es solo la más grande de las virtudes, sino la madre de todas las demás”. 

 

Y Dalai Lama, también asegura:

“La raíz de todo bien reposa en la tierra de la gratitud”. 

 

Podemos estar llenos de virtudes, pero si somos desagradecidos, no lograremos estar bien integralmente.

 

El versículo que leímos nos dice que demos gracias, y sigue diciendo: a Dios. 

A veces pensamos que tenemos una sola oportunidad en el año de ser agradecidos: “El día de acción de gracias”. Pero La Biblia no nos dice que solamente escojamos un día para agradecer a Dios por lo que nos da y hace por nosotros y nuestras familias. 

Efesios 5:20 dice: “Den siempre gracias a Dios el Padre por todas las cosas…” 

Ser agradecidos no es una cuestión de una sola vez al año, es algo que debemos practicarlo diariamente.  

 

¿Qué ha hecho Dios por ti? 

Como cristianos reconocemos que nos ha salvado a través de Jesús, que nos ha rescatado. 

¿No deberíamos agradecerle todos los días por la SALVACIÓN y por nuestro Salvador JESÚS? Además, nuestro buen Dios no sólo ha hecho el mayor acto de amor por nosotros hace dos mil años, sino que cada día nos sigue bendiciendo y trabajando por nosotros. 

Jesús en Juan 5:17 dijo: “Mi Padre nunca deja de trabajar…” 

¡Qué linda promesa nos ha dejado: que siempre estará preocupado por nuestro bienestar!

 

¿Cómo no agradecerle a nuestro Dios por lo que nos da diariamente? 

Qué cada dia puedas decirle con palabras y hechos: ¡Gracias mi Dios!