Una pregunta que comúnmente nos hacemos es ¿cuánto debe durar un noviazgo? Y, ¿me debo o no casar con esta persona?

Respondamos nuestra primera interrogante, ¿cuánto debe durar un noviazgo? La respuesta es simple: Lo suficiente para conocernos, pero no tanto que nos aburra y se vuelva una costumbre.

Aunque si bien en el noviazgo no llegamos a conocernos plenamente, porque lo haremos por el resto de nuestra vida, hay factores que necesitamos conocer uno del otro antes de dar este paso.

En nuestro artículo anterior vimos los atributos que cada quien debe tener para sernos aptos para el matrimonio. Pero, ¿cómo comprobamos que nuestra pareja los tiene o yo mismo?

La comunicación es indispensable para conocernos. Platiquen de todo lo que se les viene a la mente, que crean es necesario para ser felices. Por ejemplo: ¿Dónde piensan vivir?, ¿cuántos hijos quieren tener?, ¿qué opinión tienen sobre el sexo?

Por otro lado es necesario que la pareja pase por lo menos alguna de estas cosas:

  • Un cumpleaños, un aniversario, la navidad. Si estas fechas son importantes para usted y no para el otro, piense que sentirá en 5 o 10 años.
  • Es bueno que hayan pasado alguna situación un tanto difícil en la que vea la reacción de ambos. Un viaje bien puede decirnos cuanto estrés podemos manejar.
  • Conocer a las familias nos dará un vislumbre de cómo es nuestra pareja.
  • No es bueno que la pareja no tenga diferencias en el noviazgo, siempre las hay, y hablar de ellas a tiempo, es mejor. Encuéntrelas antes que sea demasiado tarde. La sinceridad entre ambos es indispensable. Por eso el consejo de 1 Corintios 13; “el amor sea sin fingimiento”.
  • Si en algún momento terminaron, cómo fue su reacción al empezar de nuevo. Esto dará una idea de cómo se comportará en el matrimonio ante situaciones adversas.
  • Las diferencias de cultura, pensar qué tan afín soy con la cultura de mi pareja. Hoy en día la mezcla de culturas es grande y si nuestra pareja no comparte la misma que yo, es necesario conocerlas, a fin de ver que tan compatibles somos.
  • ¿Compartimos los mismos principios? A veces nos enredamos en situaciones amorosas difíciles, como con un drogadicto, un borracho o un abusador, y pensamos que el amor puede cambiar a mi pareja, pero realmente no es así. Estos casos no cambian al menos ellos mismos sepan que necesitan ayuda y la quieran; tanto de Dios como profesional. De lo contrario es mejor no tener nada que ver con estas personas. Y siempre habrá riesgos de recaídas. Vivir con esta situación puede incluso llevarnos a correr riesgos innecesarios.
  • Compatibilidad en la religión: hoy muchos no dan importancia a la misma, pero hay problemas serios. En el futuro, ¿cómo será el comportamiento de nuestros hijos ante esta situación? Muchos prefieren no saber nada de religión y en casos extremos ni de Dios.

A partir de aquí ya podemos tomar una decisión: ¿me caso o no?

El noviazgo debe ser la etapa más feliz de la vida. Si no lo es, pensémoslo bien. Y si sí; démonos la oportunidad de ser felices para siempre.

Pongamos a Dios en primer lugar: “Si Jehová no edificare la casa, en vano trabajan los que la edifican…” (Salmos 127:1)